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Jorge Alberto Gudiño Hernández

04/10/2015 - 12:02 am

Frente a la educación

Decir algo sobre el nivel de la educación en México resulta redundante. Cuando menos, es pésima. Y no sólo cuando se habla de la pública. Los ejemplos de maltrato, bullying y mal desempeño académico abundan por doquier. Los padres de familia con hijos pequeños, que están cerca de entrar al sistema educativo, nos enfrentamos a […]

 Sí, el sistema educativo en México es lamentable. Foto: Cuartoscuro
Sí, el sistema educativo en México es lamentable. Foto: Cuartoscuro

Decir algo sobre el nivel de la educación en México resulta redundante. Cuando menos, es pésima. Y no sólo cuando se habla de la pública. Los ejemplos de maltrato, bullying y mal desempeño académico abundan por doquier. Los padres de familia con hijos pequeños, que están cerca de entrar al sistema educativo, nos enfrentamos a grandes dudas.

         Sin ir más lejos, antier vi la fotografía de un examen de primero de primaria en Facebook. Lo había subido alguien cercano a mí, medio orgulloso de la respuesta de la pequeña: cuando se le preguntó quién era el personaje que había convocado a la gente para rebelarse contra el gobierno español y así dar inicio a la guerra de Independencia, contestó que “la campana”. Más allá de la sonrisa por la ocurrencia, la pregunta estaba mal redactada, peor puntuada y exigía un nivel de comprensión lectora que estaba por encima de los alumnos a los que iba dirigida. Si acaso, las respuestas obedecían a cierto automatismo aprendido. Lo peor venía con el segundo reactivo: “¿En qué año se logró la Independencia?”. Ella contestó: “1810”. Una palomita validaba su respuesta. No entraré en la obvia reflexión en torno al error en el año pese a que es grave. Me ocupo, en cambio, del concepto. Los niños de primero de primaria saben contar, si acaso, hasta 100. 1810 es, entonces, algo abstracto, una concatenación de cifras que no les dice nada. Mucho menos, si se considera que es un año. A ninguno de los pequeños le puede hacer sentido lo que implica que la Independencia haya iniciado en 1810. Apenas están relacionándose con la idea del paso del tiempo como para comprender el hecho de que esos acontecimientos sucedieron hace un par de siglos.

         Si utilizo los ejemplos anteriores es por preocupación. Me preocupa, en verdad, que mis hijos sean sometidos a ese tipo de preguntas, que sean adiestrados para contestarlas de forma “correcta”, que memoricen cosas que van más allá de su comprensión.

         Y eso es grave. Tanto como que en la junta de bienvenida de la escuela haya faltas de ortografía en la presentación proyectada, sin importar que sea una guardería (intentaban convencernos de que, cuando egresaran de secundaria, los pequeños tendrían un montón de herramientas necesarias para triunfar en la vida).

         Sí, el sistema educativo en México es lamentable. Especialistas en el tema han señalado problemas por doquier. Algunos señalan al gobierno, a la política, a la pobreza, a la falta de recursos, a la nula planeación, a la burocracia educativa, a la poca preparación, a vicios añejos y a un sinfín de cosas más. Hoy quiero añadir uno más: la indolencia de los padres. Al parecer, la simple idea de que nuestros hijos vayan a la escuela basta. Al parecer, no nos corresponde a nosotros señalar las fallas. Al parecer, está bien que les digan cualquier cosa, que los hagan memorizar o que utilicen el sistema que les venga en gana. Al parecer… a fin de cuentas, por todos lados estamos igual. Y eso es grave.

         Peor, es preocupante. No hay forma de exigir que la educación en nuestro país mejore si no somos capaces de hacer lo propio con cada uno de nuestros pequeños. Éstas son pequeñas batallas que sí vale la pena pelear.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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